No hace mucho tiempo, Sara Khan, directora de una escuela para niñas desfavorecidas en Jacobabad, en el sur de Pakistán, miraba alarmada cómo algunas alumnas se desmayaban por el calor: la ciudad fue la más calurosa del mundo en un momento de mayo.
Ahora, después de que las intensas lluvias monzónicas sumergieran gran parte del país, sus aulas están inundadas y muchas de las 200 alumnas no tienen hogar, luchan por conseguir comida suficiente y cuidan de sus familiares heridos.
Estos fenómenos meteorológicos extremos en poco tiempo han causado estragos en todo el país, matando a cientos de personas, dejando aisladas a las comunidades, destrozando viviendas e infraestructuras y suscitando preocupación por la salud y la seguridad alimentaria.
Jacobabad no se ha librado. En mayo, las temperaturas superaron los 50ºC, secando los cauces de los canales y provocando el colapso de algunos residentes por insolación. Hoy en día, partes de la ciudad están bajo el agua, aunque las inundaciones han disminuido desde su punto máximo.