Durante casi 200 años, el Océano Antártico ha sido uno de los grandes aliados del planeta en la lucha contra el cambio climático: ha absorbido enormes cantidades de dióxido de carbono y calor que de otro modo habrían acelerado el calentamiento global.
Pero los científicos advierten que ese mismo océano podría estar acumulando un “eructo” colosal de calor, capaz de aumentar las temperaturas globales durante más de un siglo y revertir décadas de avances climáticos.
“Este fenómeno sería una descarga abrupta de calor acumulado, comparable al calentamiento global causado por los humanos”, explicaron investigadores del Centro Helmholtz GEOMAR, en Alemania.
El estudio, publicado en la revista AGU Advances, describe cómo las corrientes profundas del Océano Austral están trasladando lentamente agua caliente hacia la superficie, donde liberarán energía térmica directamente a la atmósfera.
Este proceso, advierten, podría provocar el derretimiento acelerado del hielo polar, el aumento del nivel del mar y una nueva ola de calor global.
Los modelos climáticos del GEOMAR predicen que en los próximos siglos la Tierra podría alcanzar un máximo de 2,25 °C sobre los niveles preindustriales antes de comenzar a enfriarse gracias a las reducciones de emisiones.
Sin embargo, cuando el océano libere su “eructo”, las temperaturas volverían a subir hasta 1,7 °C, especialmente en el hemisferio sur, afectando a los países más vulnerables del mundo.
“Después de varios cientos de años de emisiones netas negativas, la descarga abrupta de calor del océano podría aumentar la temperatura global durante más de un siglo”, advierten los autores.
Afortunadamente, los científicos no creen que este fenómeno libere grandes cantidades de CO₂ junto con el calor, lo que evitaría un escenario aún más extremo.
El Océano Antártico cubre solo el 15 % de la superficie marina del planeta, pero absorbe casi todo el exceso de calor que generan las actividades humanas.
Este desequilibrio térmico también impacta en los ecosistemas polares, especialmente en el krill antártico, base de la cadena alimentaria de pingüinos, focas y ballenas.
A medida que el krill se desplaza hacia aguas más frías, los científicos advierten que se desencadenará una cascada ecológica que podría alterar el equilibrio del océano más remoto y crucial del planeta.



