El gobierno japonés ha importado cepas de Ébola y otros cuatro patógenos letales para investigar posibles contramedidas en caso de que se produzca un brote con la gran afluencia de atletas y turistas a los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020.
El Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas (NIID) del Ministerio de Salud japonés ha comenzado a realizar pruebas en muestras vivas de Ébola, fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, fiebre hemorrágica de América del Sur, enfermedad de Marburgo y fiebre de Lassa para validar las pruebas existentes y en desarrollo que se utilizan para ayudar a contener cualquier brote potencial y mitigar los riesgos de una emergencia de salud pública importante.
Los cinco agentes virales nunca habían sido introducidos en Japón antes y son los agentes biológicos más peligrosos que se han tenido y estudiado en el laboratorio de Musashimurayama en el lado oeste de Tokio, en lo que ha sido descrito como «un evento histórico» por el director departamental del NIID, Masayuki Saijo.
El laboratorio del NIID en Musashimurayama funcionó como un laboratorio de Nivel 3 de Bioseguridad (BSL-3) durante décadas, pero finalmente fue actualizado a BSL-4 en 2015 para manejar los patógenos más peligrosos conocidos por el hombre, a pesar de la oposición de los residentes cercanos.
Las autoridades sostienen que el riesgo de no estar preparados para un brote de este tipo por falta de estudio y comprensión supera con creces el riesgo potencial de no mantenerlos contenidos en un entorno controlado y altamente seguro.
Mientras tanto, la comunidad médica científica japonesa acoge con satisfacción la decisión de traer los patógenos para su estudio, pero reconoce que el riesgo de un brote durante los Juegos Olímpicos es insignificantemente mayor que en cualquier otro momento.
El NIID utilizará muestras vivas para validar las pruebas y determinar si un paciente sigue siendo infeccioso midiendo la producción de anticuerpos. Saijo dijo a Nature que la investigación también ayudará a Japón a prepararse para un ataque bioterrorista igualmente improbable, pero potencialmente catastrófico.
Un segundo laboratorio BSL-4 está en construcción en la Universidad de Nagasaki, en el sur de Japón, y está previsto que abra sus puertas en 2022.