Un brote de sarampión, declarado oficialmente el 10 de junio, ha causado la muerte a 100 niños menores de 10 años en la República Democrática del Congo. En lo que va de año la enfermedad ya se ha cobrado casi 2.000 vidas en todo el país –de los 115.000 casos registrados- y el 75% de las víctimas mortales son niños. La población del noroeste del país también se enfrenta los coletazos del ébola. El movimiento de familias que huyen de los ataques y la violencia es constante y deja a los habitantes de la zona en condiciones de hacinamiento y vulnerabilidad extrema.
El responsable del hospital de Bunia, Ignace Bingi, está alarmado. “Se registran fallecimientos prácticamente todos los días”, ha denunciado, en una situación que califica de “drama”. El coordinador de emergencias de Médicos sin Fronteras (MsF), José Mas, ya avisó hace un mes que la extensión de la epidemia de sarampión declarada en la República Democrática del Congo podría ser «una de las más mortales desde que la enfermedad resurgiera en el país en 2011 y 2012».
La peligrosa cercanía entre las dos enfermedades, en una zona tocada además por la malnutrición y la malaria, hace temer lo peor. La guerra sigue dejando a Congo en jaque. El brote de ébola se declaró hace casi un año y ha dejado 1600 muertos, pero está lejos de estar controlado.