Esta semana debería llover en una parte de Francia. Sin embargo, la falta de agua ya se hace sentir de manera irreversible en el país, que conoció varios episodios de canícula este verano.
La ola de calor ha pasado pero la sequía persiste, y se extiende. Las restricciones de agua se están implementando actualmente en 83 departamentos de Francia, según el sitio web del gobierno ‘Propluvia’. Entre estos, varios incluyen zonas de crisis, donde se han introducido medidas más drásticas.
¿De dónde viene esta sequía?. «Ocurre cuando la cantidad de lluvia es significativamente menor que la normal estacional durante un periodo de tiempo bastante largo», explica el sitio. Y cuando esta falta de precipitaciones se produce en invierno o primavera, «impide que el agua subterránea se llene adecuadamente», como fue el caso este año.
Para peor, las altas temperaturas agravan la sequía al provocar «una desecación del suelo y una mayor evaporación del agua disponible», continúa Propluvia. Y si bien la lluvia anunciada para esta semana es un alivio para muchos, las consecuencias de esta sequía excepcional ya son irreparables en algunos sectores.
La flora afectada
La sequía, combinada con las dos olas de calor de junio y julio, causó enormes daños en los campos franceses, especialmente donde pasta el ganado. «La hierba ya no crece a partir de 25°C a la sombra, entonces cuando hay temperaturas que alcanzan los 40°C, por mucho que se riegue, el prado parece una alfombra amarilla», dice al diario francés Le Parisien Michel Masson, un agricultor del departamento del Loiret.
«Muchos agricultores ya han agotado sus reservas de invierno para alimentar a su ganado», prosigue, añadiendo que en su región, sólo han caído 17 mm de lluvia en los últimos dos meses: «La tierra está tan deshidratada que hay enormes grietas en las que podemos simplemente meter un brazo».
Los árboles también sufren, especialmente los más jóvenes. En París, la recolección de hojas empezó con varias semanas de antelación. Algo que ya había pasado con la canícula de 2003, cuando los árboles se deshicieron de su follaje por reflejo de autodefensa ante el calor. Pero esta falta de agua tiene consecuencias para su supervivencia a largo plazo: un año después de la ola de calor de 2003, se había observado una tasa de mortalidad excesiva del 25% en la capital.
En cuanto a las famosas lavandas del sur de Francia, entre las que los turistas se ponen en escena y se sacan fotos, las consecuencias del calor son importantes: hubo entre un 30% y un 40% de pérdidas en comparación con el verano de 2018, que se había beneficiado de un mes de junio más lluvioso. «Debido a la falta de agua, la lavanda ya no puede crecer y algunas plantas tendrán que ser arrancadas este otoño», lamenta la cultivadora Valérie Mourard.
Los peces necesitan oxígeno
«Nunca habíamos vivido una situación así. La temporada es muy complicada. Los estanques están muy poco llenos y el fenómeno empeora. En algunos sitios, la reducción ya ha alcanzado entre el 40% y el 50%. Los peces carecen de oxígeno y la mortalidad es extremadamente alta, a veces hasta el 95%», explica André Wibaux, presidente del Sindicato de Piscicultores de Brenne (SEPB), en la región Centre-Val de Loire.
En otras regiones, como en Occitania, los lechos de los ríos son tan bajos y el calor tan alto que los peces tienen dificultades para sobrevivir. Varios miles de cadáveres fueron encontrados flotando en la superficie, en Capestang. A mediados de julio, ya se habían encontrado 300 kg de peces muertos cerca de esta ciudad, en el Canal du Midi.
france24/alertageo