Los Estados Unidos comunicaron el jueves su primer caso de transmisión de persona a persona de un nuevo coronavirus de rápida propagación, cuando un grupo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se reunió para reconsiderar si el brote que ha causado la muerte de 170 personas en China debe ser declarado una emergencia mundial.
La gran mayoría de los más de 8.100 casos detectados en todo el mundo, según los últimos datos oficiales, han sido en China, donde el virus se originó en un mercado ilegal de fauna silvestre en la ciudad de Wuhan.
Pero más de 100 casos han surgido en otros países, desde Japón hasta los Estados Unidos, lo que ha provocado recortes en los viajes, brotes de sentimiento antichino en algunos lugares y un aumento de la demanda de mascarillas protectoras.
Funcionarios de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. dijeron en una conferencia telefónica que el virus similar a la gripe se confirmó en un hombre en Illinois, lo que eleva el número total de casos en EE.UU. a seis. La esposa del hombre, que también estaba infectada, había viajado anteriormente a China, pero él no lo había hecho.
Los expertos dicen que los casos de transmisión de persona a persona fuera de China son especialmente preocupantes porque sugieren un mayor potencial para que el virus se extienda más.
El número total de infecciones en una crisis sanitaria que, según las previsiones, hará mella en la economía de China, la segunda del mundo, ya ha superado el total de la epidemia del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) de 2002-2003.
La OMS se abstuvo dos veces la semana pasada de declarar una emergencia mundial, pero se reunió de nuevo en Ginebra en medio de pruebas cada vez más evidentes de la propagación del coronavirus fuera de China. Se esperaba que el resultado se anunciara alrededor de 1930 GMT.
Una declaración de este tipo daría lugar a directrices más estrictas de contención e intercambio de información, pero podría decepcionar a Beijing, que había expresado su confianza en que puede vencer al virus «diablo».
También podría ahuyentar aún más a los mercados, que ya se están estremeciendo por el efecto dominó del daño a la economía de China.