A diferencia de Los Ángeles y San Francisco, se creía que San Diego estaba relativamente a salvo de los terremotos, y el último temblor significativo tuvo lugar en 1862.
Un posible terremoto de magnitud 6,9 en San Diego tendrá «consecuencias devastadoras» para la ciudad del suroeste de EE.UU., según ha revelado un nuevo estudio.
El estudio del escenario fue publicado a principios de esta semana por el Capítulo Regional de San Diego del Instituto de Investigación de Ingeniería Sísmica que predijo que el terremoto dañará más de 100.000 edificios y causará pérdidas económicas por valor de hasta 38.000 millones de dólares.
«La comunidad y la actividad económica podrían verse interrumpidas durante años hasta que el parque de viviendas de la región, las instalaciones comerciales y gubernamentales y la infraestructura sean reparadas o reemplazadas», según el estudio.
El documento se centró en la Zona de Falla del Cañón Rosa de la ciudad que «atraviesa el corazón del área metropolitana de San Diego, presentando un gran peligro sísmico a la región de San Diego, uno de los centros de población de más rápido crecimiento en California y que alberga a más de 3,3 millones de residentes».
«La gran población de la región, unida a la escasa resistencia sísmica de sus edificios y sistemas de infraestructura más antiguos, hace que San Diego sea vulnerable a los terremotos», subrayó el estudio.
A fin de preparar a San Diego para la actividad sísmica, en el estudio se pedía que se adoptaran una serie de medidas, entre ellas la investigación «a nivel de condado» de los peligros relacionados con los terremotos y la creación de un «grupo de resiliencia sísmica para identificar las medidas de mitigación, las prioridades y la financiación».
En el informe se sugería que una mejor comprensión de «la gravedad de los daños» ayudaría a las comunidades a adoptar medidas de mitigación «para contribuir a reducir los posibles efectos en la vida y los bienes y los trastornos sociales en la región tras futuros terremotos».
En el documento se señalaba que «la conclusión de este informe es un llamamiento a la acción en forma de una visión de un San Diego sísmicamente resistente».
El estudio fue secundado por Gary Johnston, jefe de resiliencia de la Oficina de Servicios de Emergencia del Condado de San Diego, quien dijo al periódico local Union-Tribune que aunque la probabilidad de un terremoto de magnitud 6,9 es baja, «las consecuencias son altas» y que «nos centra en las cosas que podemos hacer ahora para mitigar y prepararnos para un terremoto».