Las autoridades sanitarias dicen que el paciente es un hombre de 73 años que regresó de Arabia Saudita hace tres semanas.
Las autoridades sanitarias de la Libia devastada por la guerra han confirmado el primer caso del nuevo coronavirus en el país en medio de un bloqueo petrolero de semanas que ha recortado la financiación de un sistema sanitario ya destruido por años de conflicto.
Ehmed Ben Omar, el ministro de salud del internacionalmente reconocido Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), confirmó la «primera contaminación» de Libia en una breve declaración a finales del martes.
«Se han tomado las medidas necesarias para tratar [al paciente]», dijo Ben Omar.
El Centro Nacional de Control de Enfermedades identificó al paciente como un hombre de 73 años que había regresado de un viaje a Arabia Saudita vía Túnez el 5 de marzo. Dijo que ahora está recibiendo tratamiento médico para su fiebre y tos en aislamiento en un centro de salud en la capital, Trípoli.
Más de 425.000 personas en todo el mundo han sido diagnosticadas con COVID-19, la enfermedad respiratoria altamente infecciosa causada por el coronavirus. Unas 109.000 se han recuperado, pero casi 19.000 han muerto, según los datos recopilados por la Universidad Johns Hopkins, con sede en los Estados Unidos.
La crisis, declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), está poniendo a prueba los sistemas de atención de la salud en todo el mundo, lo que ha llevado a los gobiernos a imponer una serie de medidas drásticas en un intento de frenar la propagación del virus.
Pero plantea un desafío particular a Libia, que se ha visto sumida en el caos desde el derrocamiento en 2011 del antiguo gobernante Muammar Gaddafi.
El país, rico en petróleo, está dividido entre el GNA de Trípoli y una administración rival en el este, afiliada al Khalifa Haftar, un comandante militar renegado que en abril del año pasado lanzó una ofensiva para arrebatar el control de la capital.
En enero, los grupos tribales leales a Haftar se apoderaron de varias terminales petroleras bajo el mando nominal del GNA para exprimir sus reservas de divisas. Esa campaña le ha costado al gobierno más de 3.500 millones de dólares en ingresos perdidos hasta la fecha, según la Corporación Nacional de Petróleo de Libia.
El petróleo, que representa casi todas las exportaciones de Libia, es crucial para que las autoridades de Trípoli paguen a los trabajadores estatales de todo el país, incluidos los empleados en el sector de la salud.
«Tras años de conflicto interminable, [el sistema sanitario] se ha deteriorado hasta el punto de que Libia es uno de los países menos preparados del mundo, especialmente en lo que se refiere a la vigilancia, el control y la capacidad de detectar casos», dijo Liam Kelly, un trabajador de ayuda humanitaria con sede en Trípoli.
«Concretamente, existe una capacidad extremadamente limitada para probar y diagnosticar los casos de coronavirus, por lo que la probabilidad de que haya un solo caso es muy pequeña. Es casi seguro que existen más casos no detectados».
En otro golpe a los esfuerzos del gobierno para combatir el coronavirus, los enfrentamientos se reanudaron a lo largo del frente sur de la capital el martes, un día después de que el Secretario General de la ONU Antonio Guterres instara a la moderación.
«Si los combates continúan, podríamos tener una propagación absolutamente devastadora de la epidemia», dijo Guterres al pedir un alto el fuego en los conflictos de todo el mundo.
Ambas administraciones ya habían impuesto un toque de queda y ordenado el cierre de varios lugares públicos, incluidos cafés y mezquitas, pero haciéndose eco de los comentarios del jefe de la ONU, los expertos han advertido que las medidas se verán socavadas por la continuación de los combates.