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(Imagen superior ; Concepción artística de SN2016aps, una supernova de inestabilidad de pares pulsacionales candidata. © M. Weiss)

Los estrónomos han sido testigos de la supernova más brillante, más energética y más masiva jamás observada por la humanidad, en una explosión tan poderosa que se pensaba que era imposible. Hasta ahora.
Se cree que la supernova, apodada SN2016aps, es el resultado de una supernova de «inestabilidad de pareja pulsátil» o la fusión de dos estrellas masivas pero inestables, antes de una ruptura extraordinariamente volátil.

La explosión liberó 10 veces la energía de una supernova normal, eclipsando la explosión estelar promedio por un factor de aproximadamente 500. Emitió 10 veces más energía de la que el Sol liberará en toda su vida en el proceso.

«No sólo es más brillante que cualquier otra supernova que hayamos visto, sino que tiene varias propiedades y características que la hacen rara en comparación con otras explosiones de estrellas en el universo», explicó Edo Berger, profesor de la Universidad de Harvard y coautor de nuevas investigaciones sobre el excepcional evento.

SN2016aps se aferró a su gas de hidrógeno, que es lo suficientemente raro para estrellas de este tamaño en esta etapa de la vida, lo que llevó a los investigadores a teorizar que en realidad era el resultado de dos estrellas en fusión.

Una imagen ilustrativa de una supernova

Los investigadores identificaron la supernova por primera vez en 2016 utilizando datos de los Telescopios de Reconocimiento Panorámico y Sistema de Respuesta Rápida (Pan-STARRS) y pasaron cuatro años rastreando y analizando los datos, que revelaron la monumental cantidad de energía liberada.

«La nueva estrella, nacida de la fusión, estaba cargada de hidrógeno y también tenía una masa lo suficientemente alta como para desencadenar la inestabilidad del par», dijo Berger. Las supernovas suelen durar sólo unos pocos meses, pero ésta era tan grande que se ha observado durante cuatro años.

El estudio teorizó que la estrella originaria desprendía una masiva capa de gas, aproximadamente la mitad de la masa total de la estrella, mientras pulsaba cerca del final de su vida. La cáscara se desprendió en el último segundo, relativamente hablando, unas pocas décadas antes de la supernova, a diferencia de varios miles de años antes de la supernova, como sucede normalmente.

La explosión entonces rompió la cáscara a una velocidad de unos 4.600 kilómetros por segundo, creando la mayor explosión jamás conocida de la que somos conscientes.

«Hasta ahora no estaba claro que explosiones tan poderosas fueran siquiera posibles», concluyó Berger.

Los investigadores usarán ahora lo que han aprendido de su trabajo en el SN2016aps para buscar evidencia de eventos de escala similar de los primeros mil millones de años en la historia del universo.

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