(Imagen superior de portada @NASA )
Por Elliot Leavy, ex editor de la revista de tecnología e innovación del maíz y editor de la revista cultural BOZO. Ha escrito para numerosas publicaciones de todo el mundo centradas en la tecnología, los sistemas de creencias y la cultura.
Los astronautas a bordo de la Estación Espacial Internacional han creado un raro estado de la materia en formas que no son posibles aquí en la Tierra.
Un nuevo estudio publicado en la revista Nature sugiere que los científicos han utilizado una pequeña instalación llamada Laboratorio de Átomos Fríos (CAL) para crear raros condensados de Bose-Einstein (BEC), también conocidos como el quinto estado de la materia.
El CAL es capaz de enfriar átomos en el vacío hasta temperaturas de una 10 mil millonésima de grado sobre el cero absoluto, más bajas que en el espacio interestelar. Es por eso que el CAL – del tamaño de una mesilla de noche – tiene la reputación de ser uno de los puntos más fríos del universo conocido.
Las BECs ocurren cuando la temperatura de un conjunto de átomos casi llega a cero. Estas nubes gaseosas de átomos actúan entonces colectivamente, en lugar de individualmente. Predichas por primera vez por Albert Einstein y el matemático y físico indio Satyendra Nath Bose hace 95 años, no se observaron en un laboratorio hasta 1995.
La razón por la que era esencial hacer BECs en el espacio es que, en la Tierra, la gravedad las atrae hacia el suelo, haciéndolas desaparecer en fracciones de segundo. Sin embargo, cuando se crean en la microgravedad del espacio, las BECs duran más tiempo – los átomos se ralentizan y sus longitudes de onda se alinean, permitiéndonos estudiarlas durante más tiempo.
«Se reconoció desde el principio que la microgravedad sería útil, y que ir al espacio nos daría muchas ventajas en términos de tiempo de medición», dijo a Business Insider David Aveline, el autor principal del estudio y científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA.
En el pasado, los científicos han llevado a cabo algunas pruebas bastante rudimentarias para lograr la microgravedad aquí en la Tierra – incluyendo el uso de una torre especialmente construida en el Centro de Tecnología Espacial Aplicada y Microgravedad de la Universidad de Bremen, donde los investigadores dejan caer objetos desde grandes alturas para simular el estado.
Con el CAL, los BECs pueden ser generados «sorprendentemente rápido», dijo Maike Lachmann, quien participó en el experimento, a la revista alemana Welt der Physik (Mundo de la Física). Esto se debe a que con el CAL, «no tienes que enfriar grandes cuerpos, sólo una pequeña nube atómica», lo que significa que todo el proceso toma aproximadamente dos segundos.
El éxito del experimento CAL podría marcar el primer paso para que los BECs se conviertan en la base de instrumentos ultrasensibles que puedan detectar las señales más débiles de los aspectos más desconocidos de nuestro universo, como las ondas gravitacionales y la energía oscura.
Aveline también dijo al MIT que los BECs tienen aplicaciones más prácticas, que «van desde acelerómetros y sismómetros hasta giróscopos».
Cualquiera que sea el resultado del estudio, la existencia de CAL significa que los científicos pueden seguir investigando con la forma en que experimentan con los átomos.