Las tensiones fueron muy fuertes en Hong Kong a raíz de la introducción de una nueva ley de seguridad nacional, con enfrentamientos entre la policía y los manifestantes y numerosas detenciones, incluidas varias en virtud de la legislación contenciosa.
Miles de personas salieron a las calles en el aniversario de la entrega de Hong Kong de Gran Bretaña a China en 1997 para denunciar la nueva ley, que entró en vigor el martes por la noche.
Las cosas se descontrolaron rápidamente, con la policía desplegando cañones de agua, gas lacrimógeno y spray de pimienta contra las multitudes.
Más de 300 personas fueron detenidas en la ciudad el miércoles, al menos nueve de ellas por violar la ley de seguridad nacional, informó Reuters.
La primera persona en ser aprehendida bajo la controvertida ley tenía la bandera negra y azul de la «Independencia de Hong Kong», que ha sido prohibida bajo las nuevas reglas.
Los manifestantes creen que la legislación infringe el estatus especial de Hong Kong bajo el acuerdo de «un país, dos sistemas» con Beijing, y que sólo se introdujo para reprimir a los disidentes.
La ley hace que la secesión, la subversión, el terrorismo y la colusión con fuerzas extranjeras sean delitos punibles con cadena perpetua, permite que los organismos de seguridad chinos operen en Hong Kong, así como la extradición de delincuentes locales al continente.
Beijing insiste en que sólo busca aumentar la seguridad con la nueva ley, y cuenta con el respaldo de las autoridades locales de Hong Kong, que ven en la legislación una oportunidad para restablecer el orden en la región administrativa especial, que ha sido asediada por las protestas independentistas desde hace más de un año.
Las protestas en Hong Kong han sido plenamente respaldadas por Occidente, incluso cuando se volvieron cada vez más violentas y la ley de seguridad nacional fue atacada por los Estados Unidos, el Reino Unido y otros países.
El Primer Ministro británico Boris Johnson dijo que su introducción era «una clara y grave violación» del acuerdo de Londres con Beijing, y que mantendría su promesa de dar luz verde al camino hacia la ciudadanía británica para los propietarios de pasaportes británicos de ultramar (BNO).
Pekín ha rechazado las críticas, mientras advierte a las naciones occidentales de que no interfieran en sus asuntos internos.