Soldados taiwaneses lucharon hoy contra asaltos costeros simulados de China durante sus mayores ejercicios anuales de fuego vivo del año, mientras Pekín aumenta la presión militar sobre la isla.
El simulacro de cinco días, que comenzó el lunes, tiene como objetivo probar cómo las fuerzas armadas democráticas de Taiwán repelerían una invasión de su vecino gigante.
Pekín considera a Taiwán como parte de su territorio y ha prometido que un día lo tomará por la fuerza si es necesario.
El simulacro de hoy vio a los aviones de combate, buques de guerra y tropas terrestres de Taiwán repeliendo un intento enemigo de aterrizar en una playa de la ciudad central de Taichung en una operación en la que participaron unos 8.000 miembros del servicio.
El presidente Tsai Ing-wen observó el simulacro, y más tarde twitteó que «demostraba al mundo nuestra robusta capacidad de defensa y nuestra firme determinación de defender a Taiwán».
Taipei ha vivido con la amenaza de la invasión de China desde que los dos bandos se separaron en 1949 después de una guerra civil.
En las últimas décadas se ha visto cada vez más superada en número y armamento por el enorme Ejército Popular de Liberación de China.
Pekín ha acumulado presión militar, económica y diplomática sobre Taiwán desde que Tsai llegó al poder en 2016, porque se niega a reconocer su postura de que la isla es parte de «una sola China».
Tsai ganó una reelección aplastante en enero en lo que fue visto como una fuerte reprimenda a las tácticas de mano dura de China contra la isla.
El año pasado el presidente Xi Jinping dio un discurso especialmente belicoso sobre Taiwán, advirtiendo que su unificación era «inevitable».
En los últimos meses, los aviones de guerra chinos han empezado a zumbar a Taiwán con una frecuencia sin precedentes, rompiendo repetidamente su zona de defensa aérea e incitando a Taipei a lanzar sus propios aviones de combate.
El desajuste militar se ha visto agravado por la creciente cautela de los gobiernos occidentales para vender a Taiwán sistemas de armas avanzados, temerosos de provocar la ira de Beijing.
Esto ha empujado a Taiwán a desarrollar su propio hardware, incluyendo misiles avanzados, barcos y un nuevo avión de entrenamiento.
Parte de ese nuevo hardware, incluyendo misiles tierra-aire e hipersónicos construidos localmente, se usó durante los simulacros de esta semana.
Pero el creciente acercamiento de China a la isla también ha provocado una renovada cooperación internacional con Taiwán.
Bajo el mandato del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, Washington se ha mostrado mucho más dispuesto a vender artículos de gran valor, incluyendo aviones de combate F-16 y otros equipos.
A principios de esta semana, Pekín se comprometió a imponer sanciones a la empresa de defensa Lockheed Martin en respuesta a la aceptación de EE.UU. de actualizar los sistemas de misiles Patriot de Taiwán.
Francia también ha enfurecido a Beijing al aceptar actualizar los sistemas de interferencia de misiles de las fragatas que Taiwán compró en los años 90.
Washington ha seguido siendo un aliado no oficial líder y proveedor de armas de Taipei a pesar de haber cambiado el reconocimiento diplomático a Beijing en 1979.