Aunque muchos de los cultivos y especies ganaderas más importantes del mundo tienen su origen en las regiones montañosas, el hambre está aumentando en estas zonas debido a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático, según un estudio conjunto publicado el viernes por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y sus asociados.
Se constató que entre 2000 y 2017, el número de habitantes de las montañas vulnerables a la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo aumentó de 243 millones a casi 350 millones.
«Uno de cada dos habitantes de las montañas rurales de los países en desarrollo no tiene suficiente comida para llevar una vida sana y ahora se enfrenta al impacto de la pandemia COVID-19. Debemos proteger nuestras montañas y los medios de subsistencia de quienes dependen de ellas», dijo la Directora General Adjunta de la FAO, María Helena Semedo.
El estudio se dio a conocer en el Día Internacional de las Montañas, que se celebra anualmente el 11 de diciembre. Este año se centra en el valor social, económico y ecológico de la biodiversidad de las montañas.
Agua dulce, alimentos y medicinas
Las montañas cubren aproximadamente el 27% de la superficie terrestre del planeta y proporcionan bienes y servicios esenciales, como el agua, los alimentos y la energía.
Entre el 60 y el 80% del agua dulce del mundo procede de estas regiones, que también contienen muchos cultivos y animales utilizados para la alimentación y la medicina.
Sin embargo, los ecosistemas montañosos se ven sometidos con frecuencia a la presión de los cambios en el uso de la tierra y el clima, y a causa de otros factores como la sobreexplotación y la contaminación, lo que pone en peligro los medios de vida y la seguridad alimentaria.
COVID-19 aumento de la vulnerabilidad
«La vulnerabilidad a la inseguridad alimentaria de los habitantes de las montañas en el mundo en desarrollo se ve agravada por la presencia y la aparición de peligros naturales y conflictos armados que perturban los medios de vida o ejercen presión sobre los recursos naturales de los que dependen los habitantes de las montañas», concluyó el estudio.
Las poblaciones de las montañas también se ven afectadas de manera desproporcionada por la degradación del medio ambiente, que ha aumentado debido al cambio climático, al igual que los deslizamientos de tierra, las sequías y otros peligros naturales.
Los autores dijeron que la pandemia de COVID-19 ha añadido urgencia a una situación ya de por sí difícil, ya que las restricciones impuestas por las autoridades nacionales han aumentado la vulnerabilidad de las comunidades que dependen de la agricultura y el turismo para su supervivencia.
Es necesario actuar ahora
El estudio conjunto fue realizado por la FAO, la Secretaría de la Alianza para las Montañas (MPS) y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD).
Los autores recomiendan que se adopten medidas urgentes para hacer frente al cambio climático, así como a la inseguridad alimentaria y la malnutrición, en las zonas de montaña.
También piden políticas que mejoren la resistencia de los ecosistemas de montaña y que promuevan sistemas alimentarios sostenibles.
«En última instancia, el objetivo de este estudio es hacer un llamamiento a los responsables de la toma de decisiones y a otras partes interesadas para que refuercen la acción cooperativa con el fin de reducir la vulnerabilidad de los habitantes de las montañas, en particular las comunidades locales y los pueblos indígenas, y de los más vulnerables entre ellos, a menudo las mujeres y los niños», según el estudio.