Una sorprendente investigación financiada por la NASA indica que, en contra de la opinión popular, la deforestación en EE.UU. no siempre provoca el calentamiento del planeta y puede, de hecho, enfriar el clima, dependiendo de la zona en cuestión.
La investigación fue dirigida por Christopher A. Williams, científico medioambiental y profesor de la Facultad de Geografía de la Universidad Clark.
El estudio, revisado por expertos, tendrá probablemente implicaciones de gran alcance para la política y los esfuerzos de gestión de la tierra en todo Estados Unidos y más allá.
Utilizando la más moderna teledetección por satélite, en lugar de modelos informáticos como en muchos estudios anteriores, Williams y su equipo examinaron a qué usos se destinaban las distintas zonas deforestadas (urbano, agrícola, praderas, etc.) y cuantificaron la cantidad de carbono de la biomasa que se liberaba a la atmósfera como resultado.
A continuación, calcularon la cantidad de luz solar adicional que se reflejaría en el espacio como resultado, en función del cambio concreto del paisaje.
Los bosques absorben el dióxido de carbono, lo almacenan en la madera y el suelo y alivian la carga de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
Sin embargo, los bosques también tienden a ser bastante oscuros, y absorben y retienen más luz solar, y por extensión el calor, en un proceso llamado «efecto albedo».
«Hemos comprobado que en algunas zonas del país, como el Oeste Intermontano, la presencia de más bosques hace que el planeta sea más cálido si tenemos en cuenta los efectos climáticos del carbono y del albedo», explica el profesor Williams.
Conseguir un equilibrio entre este efecto y la capacidad de los bosques para capturar y almacenar carbono es importante para elaborar una política medioambiental pública coherente y eficaz en Estados Unidos y en otros países».
En una cuarta parte de los Estados Unidos, la pérdida de bosques contribuyó a un efecto neto de enfriamiento, ya que la anterior densidad de árboles creó un efecto albedo que superó la absorción de carbono de los árboles.
Sin embargo, no todos los bosques son iguales, y los investigadores también encontraron lecturas contrastadas en zonas al este del río Misisipi y a lo largo de la costa del Pacífico, donde la pérdida de bosques produjo un efecto neto de calentamiento planetario.
De hecho, la ubicación geográfica de los bosques desempeñará un papel muy importante en los esfuerzos de mitigación del cambio climático, especialmente en medio de la abrumadora oleada de apoyo público y gubernamental a las iniciativas de reforestación.
«Si no tenemos en cuenta los efectos del carbono y del albedo, las iniciativas de plantación de árboles a gran escala, como la iniciativa canadiense 2Billion Trees y la campaña Plant a Billion Trees de Nature Conservancy, podrían acabar colocando los árboles en lugares contraproducentes para el enfriamiento del sistema climático», afirma el profesor Williams.
En otras palabras, la ubicación es muy importante para la implantación de nuevos bosques.
Cada año se pierden aproximadamente un millón de acres (4.000 kilómetros cuadrados) de bosque en los 48 estados más bajos de Estados Unidos debido a la urbanización. En un plazo de 15 años, el efecto térmico acumulado de esta pérdida de bosques equivale al 17% de las emisiones anuales de combustibles fósiles en Estados Unidos.