Una enfermedad carnívora se está extendiendo por Australia y las autoridades sanitarias se han visto obligadas a emitir una alerta sanitaria inmediata.
Se han detectado nuevos casos de úlcera de Buruli en Australia, en las zonas de Essendon, Moonee Ponds y Brunswick de Melbourne. La infección suele detectarse en las zonas costeras, pero se teme que ahora se esté extendiendo a zonas no costeras del país. Esta terrible infección de la piel puede provocar lesiones y los afectados pueden tener que recurrir a una amplia cirugía si no se trata la enfermedad.
Los investigadores siguen tratando de descubrir cómo se propaga la úlcera de Buruli a los humanos.
En declaraciones a la cadena ABC, el profesor Tim Stinear, del Instituto Doherty de Melbourne, dijo: «Es una enfermedad que se come la carne, pero que avanza muy lentamente: «Es una enfermedad carnívora, pero de evolución muy lenta, que podemos tratar y que, si la detectamos a tiempo, no es una infección grave».
«Si la gente se presenta con una pequeña picadura de mosquito que no parece del todo bien, hay una prueba de diagnóstico muy buena.
La alarma ha saltado después de que se hayan identificado múltiples casos en Australia.
El profesor Brett Sutton, jefe de sanidad australiana, ha emitido una alerta sanitaria.
La úlcera de Buruli está causada por una bacteria que se vuelve tóxica dentro del cuerpo humano.
La bacteria también afecta al sistema inmunitario y provoca inflamación y lesiones en la piel.
«Suele afectar a la piel y a veces a los huesos y puede provocar una desfiguración permanente y una discapacidad a largo plazo.
» Al menos 33 países de clima tropical, subtropical y templado han notificado la presencia de la úlcera de Buruli en África, América del Sur y las regiones del Pacífico occidental.
«Se desconoce el modo de transmisión y no hay prevención para la enfermedad».
La organización continúa diciendo que, «aunque el organismo causante de la úlcera de Buruli es una bacteria ambiental, el modo de transmisión a los humanos sigue siendo desconocido».
«El organismo produce una toxina única, la micolactona, que provoca daños en la piel.
«El diagnóstico y el tratamiento tempranos son cruciales para minimizar la morbilidad, los costes y prevenir la discapacidad a largo plazo».