(Imagen de portada ilustrativa )
Según los investigadores, ha aparecido un agujero en la región ecuatorial de la atmósfera del Sol. El agujero está arrojando partículas solares a una velocidad de 500 kilómetros por segundo, es decir, 1,8 millones de kilómetros por hora. Por desgracia para la Tierra, se encuentra en la trayectoria directa de la corriente de partículas solares.
Los meteorólogos esperan que la corriente llegue a la Tierra el domingo 2 de mayo y podría afectar a la tecnología de los satélites terrestres.
Se ha clasificado como una tormenta de clase G1 que puede provocar «débiles fluctuaciones en la red eléctrica» y puede tener un «impacto menor en las operaciones de los satélites».
El astrónomo Tony Phillips escribió en su página web Space Weather: «Es posible que se produzcan tormentas geomagnéticas menores de clase G1 el 2 de mayo, cuando se espera que una corriente de viento solar golpee el campo magnético de la Tierra.
«El material gaseoso fluye a más de 500 km/s desde un agujero ecuatorial en la atmósfera solar».
Aunque esta tormenta solar no es significativa, algunos expertos han advertido que una tormenta solar importante es una cuestión de «cuándo», no de «si».
Cada cierto tiempo, el Sol libera una erupción solar que, a su vez, lanza energía al espacio.
Algunas de estas erupciones solares pueden alcanzar la Tierra y, en su mayor parte, son inofensivas para nuestro planeta.
Sin embargo, el Sol también puede liberar erupciones solares tan potentes que pueden paralizar la tecnología de la Tierra.
Estudios anteriores han revelado que el Sol libera una erupción solar extrema cada 25 años por término medio, y que la última que afectó a la Tierra se produjo en 1989.
Esta tormenta provocó cortes de electricidad en Quebec (Canadá), ya que las rocas conductoras de la Tierra pueden transportar el exceso de energía del escudo magnético e inyectarlo en la red nacional.
Además, una tormenta solar intensa puede hacer caer los sistemas de satélites, ya que el bombardeo de partículas solares puede expandir la magnetosfera de la Tierra, dificultando la penetración de las señales de los satélites.
Aunque es imposible predecir cuándo y dónde puede llegar una gran tormenta solar, es inevitable que una golpee el planeta en el futuro.