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Desde hace algún tiempo, los sismólogos son conscientes de la existencia de breves y sutiles anomalías en los campos eléctricos subterráneos que preceden a un terremoto, y que a veces se producen incluso unas semanas antes de que se produzca.

Resulta tentador pensar que estas explosiones electromagnéticas podrían utilizarse para predecir cuándo se producirá un terremoto. Sin embargo, hasta ahora no estaba clara la causa de estas extrañas explosiones.

Una nueva investigación sugiere que la clave está en los gases que quedan atrapados en lo que se conoce como válvula de falla y que pueden acumularse antes de un terremoto. Estas capas impermeables de roca pueden deslizarse a través de una falla, creando una puerta que bloquea el flujo de agua subterránea.

Cuando la válvula de falla acaba por agrietarse y la presión disminuye, el dióxido de carbono o el metano disuelto en el agua atrapada se libera, expandiendo su volumen y empujando las grietas de la falla. A medida que el gas emerge, también se electrifica, ya que los electrones liberados por las superficies agrietadas se adhieren a las moléculas de gas y generan una corriente al desplazarse hacia arriba.

«Los resultados apoyaron la validez de la presente hipótesis de trabajo, según la cual la interacción acoplada de la roca fracturada con los gases de las profundidades de la Tierra durante la ruptura cuasiestática de las rocas en la zona focal de una falla podría desempeñar un papel importante en la generación de fenómenos electromagnéticos presísmicos y cosísmicos», escriben los investigadores en su artículo publicado.

Utilizando una configuración de laboratorio personalizada, el equipo pudo probar las reacciones de la diorita de cuarzo, el gabro, el basalto y el granito de grano fino en simulaciones a escala de terremotos. Demostraron que las corrientes de gas electrificadas podían estar relacionadas con la fractura de la roca.

Los científicos descubrieron que el tipo de roca marca la diferencia. Las rocas, incluido el granito, tienen defectos de red que capturan electrones no apareados a lo largo del tiempo a través de la radiación natural que asciende desde la superficie, y eso da lugar a una corriente mayor.

Y el tipo de falla también parece tener un efecto. El estudio respalda investigaciones anteriores de los mismos científicos sobre el sismo-electromagnetismo, que mostraban cómo el dióxido de carbono liberado de una falla sísmica podía electrizarse y producir campos magnéticos.

Otras hipótesis sobre los estallidos electromagnéticos incluyen la idea de que las propias rocas podrían convertirse en semiconductoras bajo suficiente tensión y con suficiente calor, mientras que otros expertos no creen que estos extraños estallidos sean predictores en absoluto.

Hasta que no se prediga un terremoto mediante una actividad electromagnética inusual -actividad que, de todos modos, se produce a menudo en nuestro planeta-, el jurado sigue sin pronunciarse. Pero si esta idea se ve respaldada por futuras investigaciones, podría proporcionarnos un método para prevenir futuros terremotos.

«Como resultado de este experimento de laboratorio, podría ser posible detectar la señal eléctrica que acompaña a un terremoto observando el potencial/corriente telúrico inducido en un conductor, como una tubería de agua de acero enterrada», concluyen los investigadores.

«Este enfoque se está sometiendo ahora a pruebas de campo con modelos».

La investigación se ha publicado en Earth, Planets and Space.

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