(Imagen de portada ilustración campo magnético de la tierra / Archivo)
El campo magnético de la Tierra parece estar experimentando algunos cambios extraños, con su polo norte magnético desplazándose desde el Ártico canadiense hacia Siberia, y el vuelco parece estar acelerándose, lo que hace temer una posible inversión geomagnética, según la revista Astronomy.
La velocidad del desplazamiento del polo norte habría aumentado hasta 30 millas por año (48 kilómetros por año). No sería la primera inversión geomagnética, ya que la Tierra ha cambiado sus polos magnéticos al menos diez veces en los últimos 2,6 millones de años, siendo la más reciente hace unos 780.000 años. Por ello, muchos científicos creen que el planeta debería haber cambiado de nuevo.
Sin embargo, aún no es posible predecir del todo estos cambios. Los científicos estiman de forma diversa las anomalías que pueden provocar estos cambios, siendo plausible que una inversión magnética afecte tanto a la naturaleza como a la tecnología humana. Una de las principales amenazas que sugieren los científicos es que, durante una inversión magnética, se debilitará la protección de la Tierra contra las partículas cargadas procedentes del Sol y los rayos cósmicos.
Según algunos geólogos, estos periodos se han correlacionado con extinciones masivas en el pasado, mientras que otros sostienen que los seres humanos o sus antepasados han estado en la Tierra durante varios millones de años, habiendo sobrevivido a muchos retrocesos.
También se sugiere que estas anomalías podrían estar causadas por los restos del antiguo planeta Theia, un cuerpo cósmico que chocó con la Tierra hace unos 4.500 millones de años y cuyo colapso dio lugar a la formación de nuestro satélite, la Luna. Aunque nunca se han encontrado los restos de Theia, algunos científicos creen que están enterrados en las profundidades de la Tierra.
Según recientes estudios geológicos, los restos podrían ser dos rocas más grandes que el tamaño del Monte Everest que son más densas y calientes que el resto del manto terrestre. Al parecer, estas masas rocosas interfieren en la convección del hierro fundido en el núcleo del planeta, donde se genera el campo magnético, debilitándolo en el Atlántico Sur.
Aunque las posibles consecuencias de un hipotético retroceso magnético aún no se han calculado del todo, los científicos creen que el impacto depende del tiempo que tarde en producirse. En caso de que el campo magnético cambie lentamente durante muchos miles de años, tanto la humanidad como la naturaleza podrán adaptarse a ello.