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La Tierra, que está sometida a un flujo constante de partículas cargadas procedentes del viento solar, no está exenta de protección. Nuestro planeta está envuelto en una burbuja de magnetismo llamada magnetosfera, que sale de las profundidades del interior del planeta.

Al soplar el viento solar, los científicos suponían que los bordes de esta burbuja ondularían en una serie de ondas de energía en el plasma, generadas por la interacción entre el viento solar y la magnetosfera, a lo largo de la dirección en que sopla el viento. Pero ahora han descubierto una sorpresa: algunas de las ondas generadas se quedan quietas.

El físico espacial Martin Archer, del Imperial College de Londres, lleva varios años explorando los límites de la magnetosfera terrestre.

«Entender los límites de cualquier sistema es un problema clave», dice. «Así es como entran las cosas: la energía, el momento, la materia».

Recientemente, Archer y sus colegas descubrieron que el límite de la magnetosfera, llamado magnetopausa, se comporta como la membrana de un tambor: al golpearlo con un pulso del viento solar, las ondas, llamadas magnetosónicas, se propagan a lo largo de la magnetopausa hacia los polos, y se reflejan de nuevo hacia la fuente.

La investigación se ha publicado en Nature Communications .

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