La columna flotante de vapor de agua y otros gases ascendió rápidamente hasta chocar con una capa de aire más seca y cálida a unos 5,3 kilómetros de altura, según el INVOLCAN. El aire inusualmente cálido que había encima -una inversión de temperatura- funcionó como una tapa, impidiendo que la pluma volcánica subiera más. En cambio, se aplanó y se extendió horizontalmente.
Dado que las erupciones volcánicas suelen tener flujos y reflujos naturales en su intensidad, los impulsos en el flujo ascendente de la columna volcánica crearon ondas gravitacionales concéntricas al chocar con la inversión de temperatura y extenderse hacia afuera. El proceso es similar a la forma en que una piedra caída en un estanque crea ondas que se extienden hacia afuera.