Los delfines navegan por medio de la ecolocalización -a veces llamada «biosonido»-, en la que emiten sonidos hacia su entorno y escuchan los ecos que les son devueltos. La ecolocalización permite a estos mamíferos marinos localizar e identificar objetos, incluso desde distancias considerables, y les ayuda a navegar y buscar comida incluso en condiciones de oscuridad. Sin embargo, el sonar de baja frecuencia utilizado por los buques de guerra, que funciona según el mismo principio, interfiere directamente con la ecolocalización.
Al perder su técnica sensorial especial, los animales ven reducida su capacidad para cazar presas, lo que aumenta el riesgo de inanición.
Además, se pierden y se confunden, lo que les hace entrar en pánico, y pueden encallar en rocas afiladas, varar en la orilla o incluso nadar en minas navales y provocar explosiones mortales.
El biólogo marino Uğur Özsandıkçı, de la Universidad de Sinop, dijo a NBC News que más de 100 delfines han aparecido en la costa norte de Turquía desde que comenzó la invasión de Putin a Ucrania en febrero de este año, mucho más de lo habitual.
Además, se han visto delfines en el Mar Negro con un comportamiento inusual, y los expertos creen que la causa es la contaminación acústica de los buques de guerra rusos en el norte.