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En las últimas semanas, muchos habitantes del Golfo han contemplado un apocalíptico cielo anaranjado con una ráfaga de tormentas de arena y polvo (SDS) que azotan la subregión.

La construcción de más presas, los años de guerra, la mala gestión del agua, la sequedad extrema, la desertización y otros factores contribuyen a este fenómeno de pesadilla.

En un planeta cada vez más estresado por el clima, las tormentas en estos países, en su mayoría desérticos y situados en un cinturón de polvo, van a intensificarse. Estas crisis ecológicas exacerbadas conllevan amenazas cada vez más graves para la salud humana, la economía y la seguridad en el Golfo.

Estos problemas transregionales también tienen mucho potencial para ser el motor de futuros conflictos interestatales en todo Oriente Medio.

El cierre temporal el mes pasado de puertos, aeropuertos y escuelas en Irán, Irak y algunos Estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) puso de manifiesto hasta qué punto los recientes SDS han tenido un gran impacto en el comercio, los viajes y la vida cotidiana de los habitantes de estos países.

El aeropuerto internacional de Kuwait suspendió todos los vuelos en dos ocasiones el mes pasado. El 16 de mayo se suspendieron las operaciones marítimas en tres puertos kuwaitíes -Doha, Shuaiba y Shuaikh- debido a las condiciones climáticas. Las tormentas de arena y polvo azotaron Riad y otras partes de Arabia Saudí, lo que provocó que al menos 1.200 personas fueran hospitalizadas en el reino con dificultades respiratorias en mayo.

El Burj Khalifa de Dubai no era visible después de que una enorme capa de polvo hiciera desaparecer el edificio más alto del mundo.

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