Los virus que han estado congelados en el permafrost del Ártico durante miles de años podrían ser liberados por el calentamiento global, lo que plantea el riesgo de brotes de enfermedades desconocidas, advirtió un grupo de científicos.
El permafrost, que cubre una quinta parte de la superficie del hemisferio norte, está formado por suelo que ha permanecido a temperaturas cercanas a los cero grados Celsius durante largos períodos de tiempo, con algunas capas existiendo durante cientos de miles de años, según una investigación reciente. . Jean-Michel Claverie, científico de la Universidad de Aix-Marseille en Francia, dijo:
«El punto principal del permafrost es que es frío, oscuro y carece de oxígeno, lo cual es ideal para preservar el material biológico. Perfecto». Para demostrar las propiedades del suelo ártico, puso el siguiente ejemplo: «Podrías poner yogur en permafrost y todavía sería comestible dentro de 50.000 años».
En los últimos años se ha observado que las capas superiores del permafrost en Canadá, Alaska (EE.UU.) y Siberia (Rusia) se están derritiendo bajo la influencia del cambio climático, provocando daños en el Ártico. Se estima que la región se está calentando cuatro veces más rápido que el resto del planeta.
Sin embargo, los científicos dicen que existe una amenaza más grave que el derretimiento del permafrost. «Otro efecto del calentamiento global supone un peligro: la pérdida de hielo marino en el Ártico», afirmó Clavería, señalando que la situación está provocando «un aumento del transporte marítimo, del tráfico y del desarrollo industrial en Siberia». También mencionó que las futuras actividades planificadas en el área, incluida la extracción de petróleo y minerales, podrían exponer «la gran cantidad de patógenos que aún prosperan allí». “Los mineros entrarán e inhalarán el virus. El impacto podría ser catastrófico», afirmó Clavery.
Marion Koopmans, viróloga del Centro Médico Erasmus de Róterdam, cree que el permafrost puede contener enfermedades que padecían nuestros antepasados, o virus muy antiguos conocidos como «virus zombis», porque, por lo que a ellos respecta, nunca nos han tocado a la especie «Tenemos que aceptar que algo así puede suceder», añadió.
La contención de posibles brotes debe ser una máxima prioridad
Claverie, por su parte, subrayó que «se presta poca atención a posibles brotes en el extremo norte del planeta» y que por «descuido» la epidemia podría extenderse hacia el sur. «Puede infectar a las personas y provocar nuevos brotes de enfermedades», añadió.
En este contexto, los investigadores recomiendan la creación de salas de aislamiento para que los expertos puedan detectar y tratar a tiempo los primeros casos de enfermedades provocadas por determinados «virus zombis» y evitar así su propagación a otros lugares. «Tenemos una amenaza real ahora y tenemos que estar preparados para enfrentarla. Es tan simple como eso», dijo Clavería.