( Imagen de portada / Kelp de azúcar en una granja en Alaska. SEA GROVE KELP CO. / Archivo )
Con la expansión de la guerra en Oriente Próximo, la invasión de Ucrania por Rusia y la amenaza de China de invadir Taiwán, el mundo no ha estado más cerca del borde de una guerra nuclear en varias generaciones.
Los investigadores han vuelto a dar la voz de alarma sobre los riesgos de un invierno nuclear: imagínense una Tierra oculta al sol por hasta 165 millones de toneladas de hollín y congelada 16 grados Fahrenheit por debajo de las temperaturas medias globales.
Una guerra nuclear total podría marchitar las cosechas de todo el mundo, reduciendo la producción mundial de calorías en un 90%, según los científicos agrícolas y atmosféricos.
Pero un equipo internacional de investigadores ha encontrado una respuesta salada y sabrosa: las grandes granjas de algas marinas, tendidas a lo largo de la superficie del océano con cuerdas y boyas, podrían ayudar a salvar hasta 1.200 millones de vidas.
El equipo calcula que cada año se podrían cultivar 33,63 toneladas de algas secas, en una superficie oceánica modesta y con un presupuesto razonable.
Si se utilizan las zonas más productivas, se necesitan unos 416.000 km2 de océano», declaró a DailyMail.com el Dr. Florian Ulrich Jehn, científico medioambiental y autor principal del estudio, «lo que equivale aproximadamente al tamaño de Colombia».
El Dr. Jehn, responsable científico de datos de la Alianza para Alimentar a la Tierra en Catástrofes (ALLFED), con sede en Colorado, colaboró en el proyecto con el Departamento de Ciencias Oceánicas y Costeras de la Universidad Estatal de Luisiana, un astrofísico alemán y científicos de Texas y Filipinas.
El coste económico de este programa de choque para mantener alimentados a miles de millones de personas durante un crudo invierno nuclear, según el Dr. Jehn, sería inferior al de anteriores programas estadounidenses de éxito.
Su estudio, publicado este mes en la revista Earth’s Future, utiliza modelos climáticos oceánicos de los drásticos cambios que se producirían en un auténtico invierno nuclear.