El volcán Krasheninnikov, inactivo por más de cinco siglos, entró en erupción el domingo, liberando una columna de ceniza de más de 6 kilómetros de altura y sorprendiendo incluso a los vulcanólogos más veteranos. Esta actividad coincide con la reciente erupción del Klyuchevskaya Sopka, el volcán más grande de Kamchatka, que también expulsó lava y ceniza poco después del terremoto.
El Dr. Alexey Ozerov, director del Instituto Ruso de Ciencias Volcánicas y Sísmicas, afirmó que existe una “conexión directa” entre el violento sismo y las erupciones, ya que los terremotos de gran magnitud pueden activar cámaras magmáticas al liberar tensiones en la corteza terrestre. «Estos eventos sísmicos inyectan energía adicional a los sistemas volcánicos, desencadenando una respuesta inmediata en forma de erupciones», explicó.
El Kamchatka Volcanic Eruption Response Team (KVERT) calificó la erupción del Krasheninnikov como “histórica” y emitió una alerta roja para la aviación, luego de que las nubes de ceniza se desplazaran más de 75 kilómetros. Las autoridades advierten que nuevas explosiones podrían arrojar cenizas hasta 10 kilómetros sobre el nivel del mar, afectando el tráfico aéreo en el norte del Pacífico, una ruta clave entre Asia y América del Norte.
El temido Anillo de Fuego del Pacífico —una cadena de más de 40.000 km de fallas tectónicas y volcanes activos— ha mostrado una creciente actividad en las últimas semanas, lo que genera preocupación entre los expertos sobre un posible efecto dominó. Se teme que otros volcanes latentes a lo largo de esta franja sísmica, como en Japón, Filipinas, Alaska o incluso Sudamérica, puedan reactivarse si continúan los movimientos telúricos de gran magnitud.
El nuevo sismo de magnitud 7,0 registrado horas después de la erupción en Kamchatka volvió a activar las alertas de tsunami en toda la región, sumando tensión a una zona que ya enfrenta una serie de emergencias simultáneas. Las autoridades rusas y organismos internacionales continúan monitoreando la situación de cerca, mientras los científicos recalcan la necesidad de reforzar los sistemas de alerta temprana ante una posible intensificación de la actividad sísmica y volcánica en el Pacífico.



