La NASA ha dado un paso silencioso pero trascendental en su plan de defensa planetaria, tras detectar comportamientos extraños en un objeto interestelar conocido como 3I/ATLAS.
El supuesto cometa, descubierto hace pocos años, ha sido añadido a la lista de amenazas rastreadas por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), un grupo respaldado por la ONU que monitorea posibles riesgos de impacto contra la Tierra.
Por primera vez, un objeto proveniente de fuera del Sistema Solar forma parte de este registro, lo que ha desencadenado un simulacro global destinado a perfeccionar los sistemas de detección de rocas espaciales.
Los astrónomos advierten que 3I/ATLAS no se comporta como un cometa normal. Presenta una “anticola”, un flujo de partículas que apunta hacia el Sol —el efecto opuesto al que debería tener—, lo que ha desconcertado a los expertos.
“Estamos ante desafíos únicos para predecir su trayectoria”, admitió un comunicado oficial de la IAWN. Entre el 27 de noviembre de 2025 y el 27 de enero de 2026, observatorios de todo el mundo participarán en una campaña global de seguimiento.
Mientras tanto, el astrofísico de Harvard Avi Loeb volvió a encender el debate al sugerir que el objeto podría estar realizando una “maniobra de propulsión” aprovechando la gravedad solar, una técnica teorizada para naves espaciales avanzadas.
Imágenes recientes del telescopio Hubble y de sondas cercanas a Marte parecen mostrar a 3I/ATLAS como un objeto cilíndrico metálico de más de 45 kilómetros de largo, lo que alimenta la especulación de que podría tratarse de una sonda interestelar artificial.
Aunque la NASA insiste en que todo se trata de un ejercicio de monitoreo, el interés científico y público se ha disparado. Si 3I/ATLAS no es un cometa común, podría representar una de las observaciones más enigmáticas en la historia moderna de la astronomía.

