Los científicos han estado desconcertados durante mucho tiempo por la existencia de «la mano de la vida» o el hecho de que las moléculas tengan la misma quiralidad, lo que significa que se reflejan unas a otras en la forma. Ahora, podríamos haber estado más cerca de encontrar la respuesta a lo que causó tan dramática organización de la naturaleza.
Los físicos proponen que es la influencia de los rayos cósmicos sobre los protoorganismos antienvejecimiento en las primeras etapas del desarrollo de la vida en la Tierra lo que puede explicar la existencia de la quiralidad en las moléculas biológicas críticas, según revela un nuevo estudio publicado por la revista Astrophysical Journal Letters.
La quiralidad o «mano» de las moléculas significa la presencia de sus reflejos en forma de espejo, lo que permite la creación de compuestos de ADN, ARN y aminoácidos más estables si se adopta la versión regular de las moléculas, y no su versión en forma de espejo, dentro de las estructuras. La homociralidad biológica fue estudiada por primera vez en 1848 por Lois Pasteur y desde entonces, los científicos han estado tratando de resolver el rompecabezas que explica el origen de las preferencias quirales por una sola forma particular de mano.
Los investigadores de la Universidad de Stanford y Nueva York ahora dicen que el cosmos es el culpable.
«Proponemos que la mano biológica que vemos ahora en la Tierra se debe a la evolución en medio de la radiación polarizada magnéticamente, donde una diminuta diferencia en la tasa de mutación puede haber promovido la evolución de la vida basada en el ADN, en lugar de su imagen en el espejo», dijo el autor principal del artículo Noémie Globus, un investigador postdoctoral de la Universidad de Nueva York, según la Fundación Simons.
Son los rayos cósmicos, originados por varias propiedades alrededor del universo, incluyendo las estrellas, los que han bombardeado la atmósfera de nuestro planeta en sus primeras etapas para crear un efecto tan dramático. Al nivel de la Tierra, los rayos se estaban rompiendo en partículas, conocidas como muones, para eventualmente influenciar de manera diferente la evolución de dos «formas de vida espejo» en nuestro planeta, prevaleciendo una sobre la otra debido a la constante radiación.
«Somos irradiados todo el tiempo por los rayos cósmicos», explicó el investigador. «Sus efectos son pequeños pero constantes en todos los lugares del planeta donde la vida podría evolucionar, y la polarización magnética de los muones y los electrones es siempre la misma. E incluso en otros planetas, los rayos cósmicos tendrían los mismos efectos».
Mientras tanto, la hipótesis, apoyada por una serie de experimentos propuestos, podría significar algo más significativo si es correcta, principalmente que no sólo las moléculas de la Tierra comparten la misma preferencia quiral, sino también todas las formas de vida potenciales en nuestro universo.